En el vertiginoso mundo del fútbol, donde las decisiones en fracciones de segundo y las habilidades agudas diferencian a las estrellas del resto, comprender el talento es tan fundamental como nutrirlo. Sin embargo, una fuerza silenciosa pero poderosa puede estar influyendo en la identificación y el desarrollo del talento de maneras que pasan desapercibidas incluso para el ojo más atento.
Las raíces del efecto de la edad relativa (RAE):
La RAE se manifiesta en el fútbol base de dos maneras principales. En primer lugar, los jugadores nacidos en la segunda mitad del período de selección a menudo encuentran dificultades para competir con aquellos nacidos en los primeros meses de la categoría. Esta desventaja temprana puede desmoralizar a jóvenes talentos, llevándolos a abandonar el deporte antes de que tengan la oportunidad de demostrar su verdadero potencial.
En segundo lugar, los scouts, encargados de descubrir los próximos diamantes en bruto, pueden pasar por alto a jugadores que parecen menos desarrollados físicamente, sin comprender o detectar que su habilidad técnica y táctica puede ser igual de prometedora. Así, la RAE no solo sesga las oportunidades de los jóvenes, sino que también distorsiona la percepción del talento genuino.
Tomemos el ejemplo de las selecciones de academias juveniles en clubes de primer nivel o incluso de pequeñas escuelitas de barrio. A menudo, los jugadores nacidos en los últimos meses del año escolar (Según calendario argentino) tienen mayores probabilidades de ser seleccionados debido a su mayor maduración física, creando un ciclo donde la ventaja de edad eclipsa las habilidades cognitivas y técnicas de los jóvenes talentos.
Los números no mienten: estudios en América del Sur han demostrado una sobrerrepresentación de niños mayores en equipos juveniles, mientras que aquellos nacidos en los primeros meses del año están significativamente subrepresentados. Sucede lo mismo en países europeos a pesar de que el calendario es organizado de forma diferente. Esta brecha en la representación sugiere un sistema de selección que prioriza la edad sobre el verdadero talento, creando un juego desigual desde una edad temprana.
Esto puede generar un efecto dominó: Las implicaciones de la RAE trascienden el campo de juego, infiltrándose en el mundo del coaching y el desarrollo. Los entrenadores, sin darse cuenta, pueden invertir más tiempo y recursos en jugadores mayores, percibidos como más competentes desde el principio, perpetuando así un ciclo de desigualdad que persiste hasta la adolescencia y más allá.
Cortejando al talento: el error de juzgar las perspectivas:
Los scouts, al evaluar ligas juveniles locales y nacionales, pueden caer en la trampa de priorizar el rendimiento físico sobre las habilidades técnicas y tácticas. La RAE distorsiona la percepción del talento como ya dijimos, dejando pasar a jóvenes prometedores simplemente porque no encajan en el molde físico esperado.
Reformar los procesos de selección y desarrollo es el primer paso para contrarrestar el impacto negativo del efecto de la edad relativa. Los clubes pueden enfocarse en sistemas de evaluación más integrales que valoren el potencial y las habilidades a largo plazo por encima del rendimiento inmediato. Además, ajustar la edad de reclutamiento puede mitigar estas diferencias, creando un entorno más equitativo para el crecimiento de los juveniles.
El futuro del fútbol depende de nuestra capacidad para liberarlo de las cadenas del sesgo de edad y priorizar el verdadero talento sobre la maduración física. Solo así podremos celebrar las victorias más genuinas, donde cada jugador es reconocido por la habilidad que posee, no por el momento en que nació. En un deporte que trasciende fronteras y culturas, es fundamental mantener la justicia y la equidad como pilares fundamentales, asegurando que el fútbol siga siendo un juego para todos, independientemente de la temporada en que nacieron.
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